PERDIDA
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PERDIDA
Una más… La goma aprisiona mi brazo. Una más… Y la punta roza mi piel. Una más… Recuerdo tu último roce. Una más… Tu luz al final de mi angosto túnel. Una más, y todo se acaba ya…
No sé cuántas veces habré repetido ya esas palabras. Hace ya tiempo, años quizá, que lo dije por vez primera. Pero me siento tan solo… El mundo amenaza con desplomarse encima de mí. Quisiera irme, pero no estoy preparado, aún no...
Hace ya rato que no veo el brillo de tus ojos ¿O será que ya no puedo ver? No me has llamado, ni me has escrito, no sé nada de ti, ni si quiera ya hablan de ti… ¿o será que yo no hablo? Quisiera gritar a los cuatro vientos todo lo que siento, quisiera correr a tu lado, pero no estoy preparado, aún no...
La última vez que te vi, ha mucho tiempo, navegabas en una barca de caoba, con alas negras, que se perdía en el atardecer de tu senda. Antes de tumbarte sobre ella, me dirigiste una mirada febril, y dejaste de apretar mi mano. Te tumbaste, mirando al horizonte, hacia tu nueva meta. “Quiero hacer un viaje que nadie en este mundo me puede describir” habías dicho. Yo quise ir contigo, acompañarte en tu camino, mas tu mirada, vacía e inexpresiva no me devolvió la luz que ansiaba. Me indicó que ya te habías alejado demasiado de mí, que ya me habías olvidado, que habías alcanzado al fin tu destino, y que ya no volverías a estar conmigo. Quise correr tras de tí, pero no estaba preparado, aún no...
Ya no roza el viento mi cara, ni el sol devuelve el color a mi blanquecina piel, pues ellos ya hace tiempo que me abandonaron y decidieron no volver a tocarme más. Realmente ya nada importa, realmente ya nada siento, realmente nada es lo que era desde que tú no estás. Pero estate segura, voy a ir a tu lado y a traerte de vuelta, pero, espera un poco, todavía no estoy preparado… No, aún no…
Hace tiempo emprendimos un camino que nos llevó a la gloria, pero que tú interrumpiste bruscamente con el que llamabas tu eterno viaje. Yo, sin embargo, aún sigo en él. Él es el causante de mi cuerpo demacrado y enclenque. Un camino antaño despejado, pero ahora cubierto de zarzas y rastrojos, un camino que sólo deja heridas a su paso, y que embrutece el campo. Quisiera saltar fuera de él, pero no estoy preparado, aún no...
Cada día vivo pensando en ti. En tus besos. En tus caricias. En tu amor. Recuerdo tu último beso, ¡oh! hace tiempo que se disipó. También recuerdo tus últimas palabras, no te pude terminar de responder, más te lo digo ahora… ¡Yo también te amo! Sé que no me oyes ya, sé que desde donde estás ya no me puedes oír. Allá al cielo no llegan las palabras de los diablos. Me he convertido en una mala persona amor, pero no es por mi voluntad. El demonio corre por mis venas, me persigue allá donde voy, y me obliga a hacer cosas que por nada del mundo quiero hacer. Robar, cortar, y hasta matar… sólo para que permanezca ligado a mí. No puedo cortar ese hilo, aunque pronto lo haré, pero todavía no estoy preparado… Aún no…
¿Sabes? Todos los días cuido lo que me dejaste. Cuido al duendecillo y a la yegua blanca que volvió tras ayudarte a terminar tu viaje. Cuando llegue a tu lado, ya no los necesitaré más, y llegaré hasta ti cabalgando a lomos de la yegua, que volverá a la tierra, donde esperará hasta volver a ser montada.
Va la primera. Siento que me acerco a tí, en un barco de latón, un olor ocre aparece en mi visión. Ya llega la segunda. El cielo es de un blanco perlado, algo agrietado. No lo recordaba tan radiante, ni tan hermoso, aunque la oscuridad empieza a reinar alrededor de él. Ya llevo tres… empiezo a ver un túnel largo y muy estrecho. Creo que te veo al otro lado… tu luz es un faro en mi oscuridad. ¿Ha llegado ya la cuarta? No la siento, díme si me ves, amor mío...
Una más… La goma aprisiona mi brazo. Una más… Y la punta roza mi piel…Una más… Recuerdo tu último roce. Una más… Tu luz al final de mi angosto túnel. Una más, y todo se acaba ya…
No sé cuántas veces habré repetido ya esas palabras. Hace ya tiempo, años quizá, que lo dije por vez primera. Pero me siento tan solo… El mundo amenaza con desplomarse encima de mí. Quisiera irme, pero no estoy preparado, aún no...
Hace ya rato que no veo el brillo de tus ojos ¿O será que ya no puedo ver? No me has llamado, ni me has escrito, no sé nada de ti, ni si quiera ya hablan de ti… ¿o será que yo no hablo? Quisiera gritar a los cuatro vientos todo lo que siento, quisiera correr a tu lado, pero no estoy preparado, aún no...
La última vez que te vi, ha mucho tiempo, navegabas en una barca de caoba, con alas negras, que se perdía en el atardecer de tu senda. Antes de tumbarte sobre ella, me dirigiste una mirada febril, y dejaste de apretar mi mano. Te tumbaste, mirando al horizonte, hacia tu nueva meta. “Quiero hacer un viaje que nadie en este mundo me puede describir” habías dicho. Yo quise ir contigo, acompañarte en tu camino, mas tu mirada, vacía e inexpresiva no me devolvió la luz que ansiaba. Me indicó que ya te habías alejado demasiado de mí, que ya me habías olvidado, que habías alcanzado al fin tu destino, y que ya no volverías a estar conmigo. Quise correr tras de tí, pero no estaba preparado, aún no...
Ya no roza el viento mi cara, ni el sol devuelve el color a mi blanquecina piel, pues ellos ya hace tiempo que me abandonaron y decidieron no volver a tocarme más. Realmente ya nada importa, realmente ya nada siento, realmente nada es lo que era desde que tú no estás. Pero estate segura, voy a ir a tu lado y a traerte de vuelta, pero, espera un poco, todavía no estoy preparado… No, aún no…
Hace tiempo emprendimos un camino que nos llevó a la gloria, pero que tú interrumpiste bruscamente con el que llamabas tu eterno viaje. Yo, sin embargo, aún sigo en él. Él es el causante de mi cuerpo demacrado y enclenque. Un camino antaño despejado, pero ahora cubierto de zarzas y rastrojos, un camino que sólo deja heridas a su paso, y que embrutece el campo. Quisiera saltar fuera de él, pero no estoy preparado, aún no...
Cada día vivo pensando en ti. En tus besos. En tus caricias. En tu amor. Recuerdo tu último beso, ¡oh! hace tiempo que se disipó. También recuerdo tus últimas palabras, no te pude terminar de responder, más te lo digo ahora… ¡Yo también te amo! Sé que no me oyes ya, sé que desde donde estás ya no me puedes oír. Allá al cielo no llegan las palabras de los diablos. Me he convertido en una mala persona amor, pero no es por mi voluntad. El demonio corre por mis venas, me persigue allá donde voy, y me obliga a hacer cosas que por nada del mundo quiero hacer. Robar, cortar, y hasta matar… sólo para que permanezca ligado a mí. No puedo cortar ese hilo, aunque pronto lo haré, pero todavía no estoy preparado… Aún no…
¿Sabes? Todos los días cuido lo que me dejaste. Cuido al duendecillo y a la yegua blanca que volvió tras ayudarte a terminar tu viaje. Cuando llegue a tu lado, ya no los necesitaré más, y llegaré hasta ti cabalgando a lomos de la yegua, que volverá a la tierra, donde esperará hasta volver a ser montada.
Va la primera. Siento que me acerco a tí, en un barco de latón, un olor ocre aparece en mi visión. Ya llega la segunda. El cielo es de un blanco perlado, algo agrietado. No lo recordaba tan radiante, ni tan hermoso, aunque la oscuridad empieza a reinar alrededor de él. Ya llevo tres… empiezo a ver un túnel largo y muy estrecho. Creo que te veo al otro lado… tu luz es un faro en mi oscuridad. ¿Ha llegado ya la cuarta? No la siento, díme si me ves, amor mío...
Una más… La goma aprisiona mi brazo. Una más… Y la punta roza mi piel…Una más… Recuerdo tu último roce. Una más… Tu luz al final de mi angosto túnel. Una más, y todo se acaba ya…
Arwenblack
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