Bronce con bañador de plata

Un momento del ejercicio final de las españolas. (AFP)


Definitivamente es un vivero seguro, igual que la vela, o en esta
última época, el baloncesto. La natación sincronizada sale de Londres
con los dos metales prometidos, una plata en el dúo (Andrea Fuentes y
Ona Carbonell), y un bronce logrado este viernes en el torneo por
equipos. "Era el objetivo", contaba Anna Tarrés después de la rutina
técnica del jueves, pues se trata de un equipo completamente renovado
-de hecho, sólo repiten tres, Thais Enriquez, Alba Cabello y Andrea
Fuentes, respecto a la plata de Pekín-, de modo que, para llevar tan
poco tiempo trabajando juntas, este podio es suficiente a juicio de sus
entrenadoras. Por delante, casi sobra decirlo, Rusia (oro) y China
(plata).

Por intentarlo no quedó. Las españolas, que compitieron en
antepenúltimo lugar, presentaron los espectaculares trajes de baño
anunciados. A modo de peces, se sumergieron en la piscina con esos
gorros especiales diseñados por Marc, el marido de Bet, la segunda de
Tarrés. Buscaban el impacto y la innovación, la elegancia, y aunque lo
último va en gustos, lo primero desde luego fue un objetivo cumplido.
Como si fueran envueltas en un rollo de papel de plata, las chicas de la
sincronizada obtuvieron 96.920 para un total de 193.120, después de un
ejercicio lleno de acrobacias, saltos, impulsos... Hasta media docena de
acrobacias imposibles para los mortales, no para ellas. Arrancaron la
admiración absoluta del público, que estalló en una ovacion tremenda
cuando terminaron. Y la gente todavía aplaudía las repeticiones en el
monitor, y la gente se puso todavía más del lado de las españolas cuando
los jueces tuvieron un problema con las puntuaciones.

Mientras los jueces discutían entre ellos, la piscina comenzó a
cantar "¡España, España!" y las chicas pidieron palmas flamencas,
bailaron y miraron con incredulidad al marcador, donde finalmente
apareció una puntuación que, según los expertos, se antojó escasa para
lo espectacular de una coreografía con un grado de dificultad extremo
precisamente por los continuos saltos y acrobacias que tuvieron que
hacer.

Más allá de las excentricidades estéticas, de esa constante búsqueda
del foco, la sincronizada española, un ente autónomo que funciona en el
CAR de Sant Cugat bajo sus propias reglas y con su propio ritmo de
trabajo, sin rendir cuentas a nadie más que a ellas mismas, se ha
reinventado aquí en Londres, porque si este deporte es algo hoy en
España es gracias a Gemma Mengual, y Gemma Mengual no está aquí. Bueno,
sí está, pero haciendo de comentarista, y sobrevivir, manteniendo el
nivel competitivo, a una ausencia como esa dice mucho del trabajo de
Anna Tarrés.

Clara Basiana, Alba Cabello, Ona Carbonell, Margalida Crespí, Andrea
Fuentes, Thaiz Henríquez, Paula Klamburg e Irene Montrucchio -y Laia
Pons como reserva- han logrado en la tarde de este viernes en Pekín la
medalla número 12 para un olimpismo, el español, que lleva camino de
arreglar a última hora lo que tenía mucha pinta de ser un desastre.