Día europeo para la prevención del riesgo cardiovascular - 14 de Marzo
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Día europeo para la prevención del riesgo cardiovascular - 14 de Marzo
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La Fundación Española del Corazón recuerda la importancia de evitar los clásicos factores de riesgo clásicos y alerta sobre la aparición de otros nuevos, como la apnea del sueño, el estrés, la contaminación o el consumo de drogas.
Con motivo del día del Día Europeo de Prevención del Riesgo Cardiovascular, que se celebra hoy lunes 14 de marzo, la Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda la importancia de evitar los clásicos factores de riesgo (hipertensión, tabaquismo, colesterol elevado, diabetes, obesidad), pero asimismo alerta sobre la aparición de otros nuevos que amenazan también a nuestro corazón, como la apnea del sueño, el estrés, la contaminación o el consumo de drogas.
Cada año mueren 17,1 millones de personas en el mundo a causa de las enfermedades cardiovasculares y según la Organización Mundial de la Salud, el 80% de las muertes prematuras podrían haberse evitado siguiendo un estilo de vida saludable y reduciendo factores de riesgo. En España, las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de fallecimiento.
La FEC recuerda que los principales factores de riesgo no han sido erradicados, sino que su incidencia y su efecto dañino van en aumento, afectan a toda la población en general y está en nuestras manos solucionar el problema.
Por ejemplo, en cuanto a la obesidad, según el último chequeo que ha elaborado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre la Sanidad en 31 países durante 2010, el porcentaje de adultos obesos en España es del 14,9% pero la cifra se vuelve más preocupante en cuanto a la obesidad infantil, ya que alrededor de un 16,7% de los jóvenes españoles de entre 11 y 15 años presenta síntomas evidentes de sobrepeso u obesidad.
“Es imprescindible concienciar a la sociedad de que para mantenernos sanos hay que llevar un estilo de vida saludable, tener una dieta equilibrada y practicar ejercicio”, comenta la Dra. Pilar Mazón, presidenta de la Sección de Hipertensión Arterial de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). “En España las tasas de obesidad son alarmantes, sobre todo en cuanto a obesidad infantil”, añade.
Otro factor de riesgo cardiovascular totalmente evitable es el tabaquismo, la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población. La posibilidad de padecer una enfermedad de corazón es proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados al día y al número de años en los que se mantiene este hábito nocivo. Por ello, los jóvenes que comienzan pronto con este hábito, multiplican las posibilidades de desarrollar algún tipo de enfermedad respiratoria, tumor o complicación cardiovascular.
Por todo lo mencionado anteriormente, la FEC recomienda unas medidas básicas para controlar nuestra salud cardiovascular como no fumar, seguir una dieta equilibrada, realizar ejercicio físico de forma regular, controlar el colesterol, la glucosa y la tensión arterial al menos una vez al año, a partir de los 40 años, en el caso de las personas sanas y con mayor periodicidad en el caso de quienes padezcan alguna patología.
Además de los factores de riesgo cardiovascular clásicos anteriormente comentados, el estilo de vida actual está haciendo que ciertas circunstancias empiecen a destacar, también, como factores de riesgo cardiovascular, como por ejemplo la apnea del sueño, el estrés, la contaminación o el consumo de drogas.
La apnea del sueño es una enfermedad que se puede padecer en cualquier edad y sexo, pero es más común en hombres. Un 4% de hombres y un 2% mujeres de mediana edad padecen apnea acompañada de somnolencia durante el día. La apnea obstructiva, la más común, se produce cuando el aire no fluye por la nariz o la boca del paciente, mientras continúan los esfuerzos para respirar. La persona que la padece generalmente comienza a roncar muy fuerte poco después de quedarse dormida. A menudo, el ronquido se vuelve más fuerte y luego es interrumpido por un largo período de silencio durante el cual no hay respiración. Esto va seguido por un fuerte resoplido y jadeo, a medida que la persona trata de respirar. Este patrón se repite. Las personas que padecen esta enfermedad a menudo no son conscientes de los episodios durante la noche y son sus familias quienes detectan el problema.
Está demostrado que un 50% de pacientes que sufren apnea del sueño padecen hipertensión arterial y tienen más riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus. Esto se debe a diferentes factores, entre los cuales el más trascendente es la hipoxia (falta de oxígeno) intermitente, y sus consecuencias: aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial (por hiperactividad simpática), daño en las paredes arteriales (disfunción endotelial, estrés oxidativo e inflamación) y resistencia a la insulina. También se ha reconocido la presencia de fenómenos que favorecen la formación de trombos por activación plaquetaria, aumento del fibrinógeno, aumento del hematocrito y de la viscosidad de la sangre.
La relación entre el estrés emocional y los eventos coronarios mayores ha sido establecida hace ya mucho tiempo, pero la verificación de esta presunción se ve obstaculizada porque no existe un test científico para cuantificar el grado de estrés emocional. Por ejemplo, se ha demostrado que existe el doble de riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional.
Algunos estudios apuntan a un mayor riesgo de episodio cardiovascular en las personas con perfil psicológico tipo A, es decir, competitivas, muy autoexigentes, apegadas al trabajo y obsesionadas con el éxito.
Según estudios publicados recientemente, las personas que habitan en lugares próximos a una autopista o una carretera altamente transitada, sufren un deterioro de las arterias el doble de rápido de las que viven en zonas menos contaminadas. En concreto, el grosor de sus arterias carótidas aumenta 5,5 micrómetros más por año. Además, la contaminación tiene efectos nocivos inmediatos sobre el funcionamiento de nuestras arterias, reduciendo instantáneamente su capacidad vasodilatadora. Si la exposición se mantiene, la polución podría provocar, a largo plazo, el engrosamiento y acumulación de grasas en las arterias y desembocar en una arteriosclerosis.
Se calcula que en España se producen ya cerca de 16.000 muertes ligadas a la contaminación. Se estima que si una ciudad de las dimensiones de Madrid o Barcelona redujera el nivel de contaminación al recomendado a nivel internacional, se disminuiría en 1.800 el número anual de ingresos hospitalarios por enfermedad cardiovascular y respiratoria y en 3.500 el número de muertes.
La cocaína, es también un factor de riesgo que, aunque es minoritario si hablamos de la población en general, es muy dañino entre las personas que la consumen, ya que recientes estudios han demostrado que cuadriplica el riesgo de infarto de miocardio en los menores de 55 años que la consumen. Al inhalarse por vía nasal, la cocaína se absorbe y pasa a la sangre de forma inmediata, lo que multiplica por 24 las posibilidades de sufrir un infarto durante la primera hora tras el consumo de esta droga.
“A pesar de los avances científicos, a la mejora de los recursos sanitarios y a la mayor disponibilidad de información que tiene la sociedad en general, no estamos consiguiendo erradicar los factores clásicos de riesgo cardiovascular y en un futuro, los que ahora son nuestros jóvenes, se enfrentarán además a estos nuevos factores”, explica la Dra. Mazón.
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La Fundación Española del Corazón recuerda la importancia de evitar los clásicos factores de riesgo clásicos y alerta sobre la aparición de otros nuevos, como la apnea del sueño, el estrés, la contaminación o el consumo de drogas.
Con motivo del día del Día Europeo de Prevención del Riesgo Cardiovascular, que se celebra hoy lunes 14 de marzo, la Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda la importancia de evitar los clásicos factores de riesgo (hipertensión, tabaquismo, colesterol elevado, diabetes, obesidad), pero asimismo alerta sobre la aparición de otros nuevos que amenazan también a nuestro corazón, como la apnea del sueño, el estrés, la contaminación o el consumo de drogas.
Cada año mueren 17,1 millones de personas en el mundo a causa de las enfermedades cardiovasculares y según la Organización Mundial de la Salud, el 80% de las muertes prematuras podrían haberse evitado siguiendo un estilo de vida saludable y reduciendo factores de riesgo. En España, las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de fallecimiento.
La FEC recuerda que los principales factores de riesgo no han sido erradicados, sino que su incidencia y su efecto dañino van en aumento, afectan a toda la población en general y está en nuestras manos solucionar el problema.
Por ejemplo, en cuanto a la obesidad, según el último chequeo que ha elaborado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre la Sanidad en 31 países durante 2010, el porcentaje de adultos obesos en España es del 14,9% pero la cifra se vuelve más preocupante en cuanto a la obesidad infantil, ya que alrededor de un 16,7% de los jóvenes españoles de entre 11 y 15 años presenta síntomas evidentes de sobrepeso u obesidad.
“Es imprescindible concienciar a la sociedad de que para mantenernos sanos hay que llevar un estilo de vida saludable, tener una dieta equilibrada y practicar ejercicio”, comenta la Dra. Pilar Mazón, presidenta de la Sección de Hipertensión Arterial de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). “En España las tasas de obesidad son alarmantes, sobre todo en cuanto a obesidad infantil”, añade.
Otro factor de riesgo cardiovascular totalmente evitable es el tabaquismo, la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población. La posibilidad de padecer una enfermedad de corazón es proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados al día y al número de años en los que se mantiene este hábito nocivo. Por ello, los jóvenes que comienzan pronto con este hábito, multiplican las posibilidades de desarrollar algún tipo de enfermedad respiratoria, tumor o complicación cardiovascular.
Por todo lo mencionado anteriormente, la FEC recomienda unas medidas básicas para controlar nuestra salud cardiovascular como no fumar, seguir una dieta equilibrada, realizar ejercicio físico de forma regular, controlar el colesterol, la glucosa y la tensión arterial al menos una vez al año, a partir de los 40 años, en el caso de las personas sanas y con mayor periodicidad en el caso de quienes padezcan alguna patología.
Además de los factores de riesgo cardiovascular clásicos anteriormente comentados, el estilo de vida actual está haciendo que ciertas circunstancias empiecen a destacar, también, como factores de riesgo cardiovascular, como por ejemplo la apnea del sueño, el estrés, la contaminación o el consumo de drogas.
La apnea del sueño es una enfermedad que se puede padecer en cualquier edad y sexo, pero es más común en hombres. Un 4% de hombres y un 2% mujeres de mediana edad padecen apnea acompañada de somnolencia durante el día. La apnea obstructiva, la más común, se produce cuando el aire no fluye por la nariz o la boca del paciente, mientras continúan los esfuerzos para respirar. La persona que la padece generalmente comienza a roncar muy fuerte poco después de quedarse dormida. A menudo, el ronquido se vuelve más fuerte y luego es interrumpido por un largo período de silencio durante el cual no hay respiración. Esto va seguido por un fuerte resoplido y jadeo, a medida que la persona trata de respirar. Este patrón se repite. Las personas que padecen esta enfermedad a menudo no son conscientes de los episodios durante la noche y son sus familias quienes detectan el problema.
Está demostrado que un 50% de pacientes que sufren apnea del sueño padecen hipertensión arterial y tienen más riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus. Esto se debe a diferentes factores, entre los cuales el más trascendente es la hipoxia (falta de oxígeno) intermitente, y sus consecuencias: aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial (por hiperactividad simpática), daño en las paredes arteriales (disfunción endotelial, estrés oxidativo e inflamación) y resistencia a la insulina. También se ha reconocido la presencia de fenómenos que favorecen la formación de trombos por activación plaquetaria, aumento del fibrinógeno, aumento del hematocrito y de la viscosidad de la sangre.
La relación entre el estrés emocional y los eventos coronarios mayores ha sido establecida hace ya mucho tiempo, pero la verificación de esta presunción se ve obstaculizada porque no existe un test científico para cuantificar el grado de estrés emocional. Por ejemplo, se ha demostrado que existe el doble de riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional.
Algunos estudios apuntan a un mayor riesgo de episodio cardiovascular en las personas con perfil psicológico tipo A, es decir, competitivas, muy autoexigentes, apegadas al trabajo y obsesionadas con el éxito.
Según estudios publicados recientemente, las personas que habitan en lugares próximos a una autopista o una carretera altamente transitada, sufren un deterioro de las arterias el doble de rápido de las que viven en zonas menos contaminadas. En concreto, el grosor de sus arterias carótidas aumenta 5,5 micrómetros más por año. Además, la contaminación tiene efectos nocivos inmediatos sobre el funcionamiento de nuestras arterias, reduciendo instantáneamente su capacidad vasodilatadora. Si la exposición se mantiene, la polución podría provocar, a largo plazo, el engrosamiento y acumulación de grasas en las arterias y desembocar en una arteriosclerosis.
Se calcula que en España se producen ya cerca de 16.000 muertes ligadas a la contaminación. Se estima que si una ciudad de las dimensiones de Madrid o Barcelona redujera el nivel de contaminación al recomendado a nivel internacional, se disminuiría en 1.800 el número anual de ingresos hospitalarios por enfermedad cardiovascular y respiratoria y en 3.500 el número de muertes.
La cocaína, es también un factor de riesgo que, aunque es minoritario si hablamos de la población en general, es muy dañino entre las personas que la consumen, ya que recientes estudios han demostrado que cuadriplica el riesgo de infarto de miocardio en los menores de 55 años que la consumen. Al inhalarse por vía nasal, la cocaína se absorbe y pasa a la sangre de forma inmediata, lo que multiplica por 24 las posibilidades de sufrir un infarto durante la primera hora tras el consumo de esta droga.
“A pesar de los avances científicos, a la mejora de los recursos sanitarios y a la mayor disponibilidad de información que tiene la sociedad en general, no estamos consiguiendo erradicar los factores clásicos de riesgo cardiovascular y en un futuro, los que ahora son nuestros jóvenes, se enfrentarán además a estos nuevos factores”, explica la Dra. Mazón.
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Marina
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