Inventos españoles de la Historia
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Inventos españoles de la Historia
Si hay algo de lo que podemos presumir los españoles es de imaginación e
ingenio. No en vano ya escirbían hace siglos sobre los pícaros, y se
creó un género literario conocido como el de la “picaresca” en pleno
Siglo de Oro español para parodiar algunas de las más grandes epopeyas e
historias de la Humanidad como respuesta irónica a la realidad social.
A nadie le cabe duda de que la picardía viene muy ligado con esa
imaginación y creatividad y eso, sin duda, nos ayuda a la hora de crear
las más variadas cosas que en un determinado momento pudieron
considerarse locuras pero que hoy día son lo más natural del mundo. Sea
como fuera, al fin y al cabo fueron y son inventos españoles.
Seguramente a todos se nos habrá venido ya a la cabeza el más famoso
invento español. Sí, sí, ese. La fregona. Ay, qué tiempos aquéllos en
los que veíamos a las pobres mujeres arrodilladas en el suelo con una
bayeta y un balde, dejándose los riñones, mientras se iba baldosín por
bladosín sacándole brillo. Gracias a Dios, y a Manuel Jalón Corominas,
ahora tenemos la bayeta-escoba, como él la llamó.
Gracias a él, también tenemos el escurridor para la fregona, ese que se
engancha al cubo para meter en ella la fregona y escurrirla.
Y por cierto, si le dáis la vuelta a ese escurridor, ¿qué parece? pues
sí, un tricornio, como el de la Guardia Civil. Y es que estos tricornios
también son invento español (aunque curiosamente, la mayor parte ahora
se fabrican en China).
Y si a Manuel Jalón se le ocurrió ponerle una bayeta a un palo, a
Enrique Bernat se le ocurrió la feliz idea para todos los niños del
mundo, de ponerle un caramelo en la punta de un palito, y así nació el
Chupa Chups. Desgraciadamente para él, no se puede considerar invento
propiamente dicho puesto que no le aprobaron la patente, pero el caso es
que sí le autorizaron su comercialización.
Vayámonos ahora a la comida, y a Galicia. Y si hablamos de Galicia y
comida, seguro que está relacionado con el marisco. Efectivamente, en
1940 un buque cargado de latas de carne embarrancó en sus costas. Cuando
vieron la carga, un marinero gallego se le ocurrió que podía crear unas
latas especiales que mantuvieran fresco los berberechos, y de ese modo
nació el formato de latas que hoy día se utiliza en todo el mundo para
conservar el pescado y el marisco.
Y para acompañar al marisquito, ¿qué tal un platito de aceitunas? pues
venga, pero rellenas, por favor. Porque a nadie más que a un español,
tan campechano él, tan ocioso y tan frescales, se le podía ocurrir eso
de rellenar una aceituna con anchoas. Y claro, para no dejar atrás el
tema recurrente del palito, la pinchamos con un mondadientes, que
tampoco a nadie se le había ocurrido.
Ya tenemos para comer, pero y con el calor que suele hacer en nuestras
costas había que pensar en refrescos, y así a alguien se le ocurrió
tomar nuestro famoso vino y coger La Casera, tan famosa ella y tan
española, y mezclarla, y así nació el tinto de verano, que ahora ya se
toma en todo el mundo, pero que tuvo que ser un españolito sentado en
una terraza junto a la playa a quien se le ocurriera.
Por cierto, que claro, en esas terrazas había que sentarse. Y las
antiguas sillas eran tan incómodas que también pensamos en cómo
descansar mejor nuestras posaderas, y así se nos ocurrió la silla
española apilable, hecha con tubos de aluminios para que fueran más
ligeras, y además que encajaran unas con otras de modo que pudieran
apilarse. Ya véis, cuestión de espacio, pero a nadie más se le había
ocurrido.
Claro, inventos para beber, comer y pasarlo bien, en España tenemos de
todos tipos y colores, porque también el porrón es invento nuestro, o el
estilo de botella de Anís el Mono, que fue la primera empresa en
sacarlo basándose en un tarrito de perfume que cayó en sus manos. Eso
sí, oiga, no nos pidan demasiados inventos tecnológicos que eso no va
con nosotros, que a lo más que llegamos es a haber inventado el Dragón,
aquel ordenador que hubo por los años 80 y que apenas estuvo más de un
año en el mercado…
Ahora ya somos más sofisticados, aunque eso sí, seguimos inventando cómo
comer y beber mejor, y si no, váyanse a tomar una “tortilla
desconstruida” de Ferrán Adriá…
ingenio. No en vano ya escirbían hace siglos sobre los pícaros, y se
creó un género literario conocido como el de la “picaresca” en pleno
Siglo de Oro español para parodiar algunas de las más grandes epopeyas e
historias de la Humanidad como respuesta irónica a la realidad social.
A nadie le cabe duda de que la picardía viene muy ligado con esa
imaginación y creatividad y eso, sin duda, nos ayuda a la hora de crear
las más variadas cosas que en un determinado momento pudieron
considerarse locuras pero que hoy día son lo más natural del mundo. Sea
como fuera, al fin y al cabo fueron y son inventos españoles.
Seguramente a todos se nos habrá venido ya a la cabeza el más famoso
invento español. Sí, sí, ese. La fregona. Ay, qué tiempos aquéllos en
los que veíamos a las pobres mujeres arrodilladas en el suelo con una
bayeta y un balde, dejándose los riñones, mientras se iba baldosín por
bladosín sacándole brillo. Gracias a Dios, y a Manuel Jalón Corominas,
ahora tenemos la bayeta-escoba, como él la llamó.
Gracias a él, también tenemos el escurridor para la fregona, ese que se
engancha al cubo para meter en ella la fregona y escurrirla.
Y por cierto, si le dáis la vuelta a ese escurridor, ¿qué parece? pues
sí, un tricornio, como el de la Guardia Civil. Y es que estos tricornios
también son invento español (aunque curiosamente, la mayor parte ahora
se fabrican en China).
Y si a Manuel Jalón se le ocurrió ponerle una bayeta a un palo, a
Enrique Bernat se le ocurrió la feliz idea para todos los niños del
mundo, de ponerle un caramelo en la punta de un palito, y así nació el
Chupa Chups. Desgraciadamente para él, no se puede considerar invento
propiamente dicho puesto que no le aprobaron la patente, pero el caso es
que sí le autorizaron su comercialización.
Vayámonos ahora a la comida, y a Galicia. Y si hablamos de Galicia y
comida, seguro que está relacionado con el marisco. Efectivamente, en
1940 un buque cargado de latas de carne embarrancó en sus costas. Cuando
vieron la carga, un marinero gallego se le ocurrió que podía crear unas
latas especiales que mantuvieran fresco los berberechos, y de ese modo
nació el formato de latas que hoy día se utiliza en todo el mundo para
conservar el pescado y el marisco.
Y para acompañar al marisquito, ¿qué tal un platito de aceitunas? pues
venga, pero rellenas, por favor. Porque a nadie más que a un español,
tan campechano él, tan ocioso y tan frescales, se le podía ocurrir eso
de rellenar una aceituna con anchoas. Y claro, para no dejar atrás el
tema recurrente del palito, la pinchamos con un mondadientes, que
tampoco a nadie se le había ocurrido.
Ya tenemos para comer, pero y con el calor que suele hacer en nuestras
costas había que pensar en refrescos, y así a alguien se le ocurrió
tomar nuestro famoso vino y coger La Casera, tan famosa ella y tan
española, y mezclarla, y así nació el tinto de verano, que ahora ya se
toma en todo el mundo, pero que tuvo que ser un españolito sentado en
una terraza junto a la playa a quien se le ocurriera.
Por cierto, que claro, en esas terrazas había que sentarse. Y las
antiguas sillas eran tan incómodas que también pensamos en cómo
descansar mejor nuestras posaderas, y así se nos ocurrió la silla
española apilable, hecha con tubos de aluminios para que fueran más
ligeras, y además que encajaran unas con otras de modo que pudieran
apilarse. Ya véis, cuestión de espacio, pero a nadie más se le había
ocurrido.
Claro, inventos para beber, comer y pasarlo bien, en España tenemos de
todos tipos y colores, porque también el porrón es invento nuestro, o el
estilo de botella de Anís el Mono, que fue la primera empresa en
sacarlo basándose en un tarrito de perfume que cayó en sus manos. Eso
sí, oiga, no nos pidan demasiados inventos tecnológicos que eso no va
con nosotros, que a lo más que llegamos es a haber inventado el Dragón,
aquel ordenador que hubo por los años 80 y que apenas estuvo más de un
año en el mercado…
Ahora ya somos más sofisticados, aunque eso sí, seguimos inventando cómo
comer y beber mejor, y si no, váyanse a tomar una “tortilla
desconstruida” de Ferrán Adriá…
Marina
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