La mansión Hearst
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La mansión Hearst
Su ambición y su avaricia no conocía límites. Así lo retrató Orson Welles en Ciudadano Kane y, por eso, el magnate de la comunicación William Randolph Hearst, que se vería tan bien dibujado, hizo todo lo posible para que una de las mejores películas de la historia del cine (¿o era la mejor?) no se estrenara nunca. Unas cualidades que al propio Hearst también le llevaron a la ruina, siempre quería más, y, en concreto, a no ver nunca acabada su gran sueño personal, su mansión, su castillo, el Hearst Castle, que empezó a construir en 1919 y acabaron en 1947, cuando él enfermó sin ver culminado su proyecto.
Hearst, además de trabajar y hacer dinero, tenía otro vicio: comprarlo todo. Y gastó una fortuna en acumular obras de arte y antigüedades de todo el mundo. Pero no solo jarrones y estatuas: si le gustaba un monasterio lo comparaba entero, lo desmontaba piedra a piedra y lo mandaba en barco a EEUU, como pasó con medio convento de Santa María la Real de Sacramenia (en Segovia).
En 1919 decidió reunirlo todo en una nueva mansión. Hearst tenía un enorme rancho en esta parte de la costa californiana y le dijo a la arquitecta Julia Morgan: "Miss Morgan, estamos cansado de venir al rancho y tener que acampar. Me gustaría construir algo pequeño". El resultado: un pastiche de 19 salones, 56 dormitorios, 61 cuartos de baño que reune todos los estilos imaginables, desde una catedral española a una piscina que recuerda al Partenón. Dentro hay de todo: estatuas griegas, chimeneas de castillos españoles, tapices bizantinos, artesonados mudéjares...
En 1919 decidió reunirlo todo en una nueva mansión. Hearst tenía un enorme rancho en esta parte de la costa californiana y le dijo a la arquitecta Julia Morgan: "Miss Morgan, estamos cansado de venir al rancho y tener que acampar. Me gustaría construir algo pequeño". El resultado: un pastiche de 19 salones, 56 dormitorios, 61 cuartos de baño que reune todos los estilos imaginables, desde una catedral española a una piscina que recuerda al Partenón. Dentro hay de todo: estatuas griegas, chimeneas de castillos españoles, tapices bizantinos, artesonados mudéjares...
Paco Nadal, en su blog de viajes, define así la Masión Hearst: "30.000 metros cuadrados de puro kitsch construidos en lo alto de una colina que hay que ver para creer. Una mezcla entre el Alcázar de Segovia, el palacio de Sissi Emperatriz y la casa de la familia Monster."
paraca
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