Las ballenas también se broncean para protegerse del sol
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Las ballenas también se broncean para protegerse del sol
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Los rayos ultravioleta (UV) no solo son dañinos para los seres humanos. También pueden causar lesiones en la piel de las ballenas. Biólogos y dermatólogos ingleses, estadounidenses y mexicanos han analizado por primera vez los efectos genéticos de la exposición a rayos UV en muestras de piel de ballenas azules (Balaenoptera musculus), ballenas de aleta (Balaenoptera physalus) y cachalotes (Physeter macrocephalus) durante su migración anual al Golfo de California. Y han demostrado que algunas especies se protegen del sol "poniéndose morenas", según publican hoy en la revista Nature.
Mark Birch-Machin, coautor de la investigación, asegura que las ballenas pueden ser concebidas como "barómetros marinos de los rayos ultravioleta". Y que es importante "estudiarlas al tratarse de una de las criaturas más longevas y ser sensibles a cambios en el medio, por lo que son un sensor de la salud de los océanos".
Las ballenas azules tienen una pigmentación pálida, y durante esta migración a zonas soleadas el pigmento de su piel aumenta, a la vez que se incrementa el daño que experimenta el ADN de sus mitocondrias, las centrales energéticas de las células. Este daño es causado por la exposición a los rayos ultravioleta y es similar al que encontramos en la piel humana que ha experimentado quemaduras solares.
Por su parte, tanto el cachalote como las ballenas de aleta, más oscuras, se protegen del sol incrementando la expresión de genes relacionados con la reparación del daño provocado. Y según el estudio, las ballenas de aleta son las que tienen la incidencia más baja de quemadura de los cetáceos analizados. "Es importante estudiar los efectos de la radiación ultravioleta en la piel de las ballenas y los mecanismos que usan para contrarrestarlo, tanto desde el punto de vista evolutivo como de cara a su conservación", ha declarado Karina Acevedo-Whitehouse, coautora del trabajo.
Mark Birch-Machin, coautor de la investigación, asegura que las ballenas pueden ser concebidas como "barómetros marinos de los rayos ultravioleta". Y que es importante "estudiarlas al tratarse de una de las criaturas más longevas y ser sensibles a cambios en el medio, por lo que son un sensor de la salud de los océanos".
Las ballenas azules tienen una pigmentación pálida, y durante esta migración a zonas soleadas el pigmento de su piel aumenta, a la vez que se incrementa el daño que experimenta el ADN de sus mitocondrias, las centrales energéticas de las células. Este daño es causado por la exposición a los rayos ultravioleta y es similar al que encontramos en la piel humana que ha experimentado quemaduras solares.
Por su parte, tanto el cachalote como las ballenas de aleta, más oscuras, se protegen del sol incrementando la expresión de genes relacionados con la reparación del daño provocado. Y según el estudio, las ballenas de aleta son las que tienen la incidencia más baja de quemadura de los cetáceos analizados. "Es importante estudiar los efectos de la radiación ultravioleta en la piel de las ballenas y los mecanismos que usan para contrarrestarlo, tanto desde el punto de vista evolutivo como de cara a su conservación", ha declarado Karina Acevedo-Whitehouse, coautora del trabajo.
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